domingo, 9 de marzo de 2014

SANTA ANA Y LOS VENDEDORES AMBULANTES

                             
                                  SANTA ANA Y LOS VENDEDORES AMBULANTES
                                                    ESCRITO POR DANIEL GARCÍA
                                     

Con el amanecer enredado en metros de crehuela y varas de cretona, mietras el liencillo hacía juego con los botones y las cajitas de magnolia se amontonaban en un rincón cualquiera de la maleta, fabricada con tablas de cardón de datolos vendedores ambulantes recorrían los campos paraguaneros en burro o a pie ofreciendo todo tipo de mercancías, desde pastillas de Bromoquinina para curar la fiebre, purgante de aceite de castor, hasta cortes de dril"cabeza de perro" peines sabanetros para sacar piojos, parches de contrarotura,curarinas para mordidas de culebras, y agua de olor tabú y Narciso Negro. 
Uno de estos vendedores fue Bartolo Alvarado, natural de Buena Vista, quien con dos burros cargados de mercancías, salía de Jariaca, y recorría todos los pueblos y caseríos hasta llegar a Punta Cardón.
          Desde la lejana tierra Libanesa llegaron a Paraguaná, Jorge, Felipe, Francisco y 
          Salomón Salima, quienes recibieron el nombre de "Musiuos"; y estos montaron
          su cuartel general en Santa Ana y Buenavista.

         También recorrieron los pueblos por los caminos sembrados de urupaguas y olorosos a 
         lefaria: Victorino García, Patricio Alcalá y Juan García, quienes desde Santa Ana 
         surcaron veredas y caminos reales; Thelmo Hernández, quien se inició como vendedor
         ambulante, montado en un caballo tuerto que le vendió Maximiliano Arcaya en el 
         Cayude, y más tarde, compró una camioneta Ford 45 de color rojo, con la cual recorría 
         toda la península, después de surtirse en una de las casas de comercio más fuerte que 
         tenía Paraguaná en aquellos tiempos, como lo era "JARIACA" de Marcos Ollarves
         Colón.

Maximiliano Padilla fue parte de ese grupo de de hombres que tenían como reloj el canto del gallo, y a quienes el viento fresco de la mañana, les servía de compañero de su peregrinar, con el olor del café negro recién asentado. 

Abelardo Naranjo, salía de Yabuquiva y con un carrito de mano, recorría todas las casas de SARINAO, vendiendo hojillas, sardinas, paledonias y Café Imperial. Antonio Hernández también de Yabuquiva tenía una camioneta y su radio de acción era mejor, y marcaba las huellas de sus cauchos en las polvorientas carreteras, que nunca conocieron el olor de una mirada, por parte de los gobernantes de turno que jamás las recorrieron.

Teófilo Aular, nativo de Moruy y mejor conocido como "RELÁMPAGO"  recorría todos los pueblos vendiendo hierbas medicinales. Así también, muchos otros que hicieron de la madrugada , un pedazo de cobija para desandar caminos, y los grises de la tarde los encontró muchas veces ante el mostrador de las casas fuertes del comercio paraguanero de donde surtían sus maletas y anotaban sus cuentas en los libros de Marcos Ollarves Colón, en Jariaca, o en los de Sierralta en la FLORIDA.

Los caminos, lloraron la muerte de estos caminantes, y el pañuelo de "madraza" secó su lagrimón, para escribir con ellas una página llena de carretos de hilo, en la PARAGUANÄ del recuerdo, donde anotaron sus nombres los vendedores ambulantes.

La Paraguaná del Recuerdo Volumen 2












































































































1 comentario:

  1. Mi padre tenía unttío abuelo llamado Patricio Alcalá. quizás haya sido el vendedor ambulante citado en el cuarto párrafo!

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